por Emilio Sáez Cruz | artículo de opinión
Conversaba hace unos días con un gran amigo, que me hacía el siguiente planteamiento: ¿Qué gran proyecto o iniciativa singular tiene Albacete, en la actualidad, para distinguirse del resto de ciudades? Coincidimos en que el reto de convertir a nuestro Teatro Circo en Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco respondía a esta pregunta.
El objetivo no es sencillo. Son muchas las ciudades de todo el mundo que aspiran a que unos de sus bienes culturales o naturales alcance esta distinción. En nuestro país, que es el tercero con más declaraciones de esta naturaleza, cuentan con este reconocimiento 50 sitios, entre los que se encuentran la Alhambra de Granada, la Sagrada Familia en Barcelona, la Mezquita de Córdoba, el Camino de Santiago; y en nuestra comunidad Autónoma, las ciudades de Toledo y Cuenca y las minas de mercurio de Almadén.
En consecuencia, el reto no es fácil por la fuerza y legitimidad de los argumentos de las ciudades que en la actualidad aspiran a conseguir esta declaración internacional, pero ¿qué hay en la vida que realmente merezca la pena, que no sea complicado e implique dedicación plena, imaginación para sortear los obstáculos y espíritu de consenso, para conseguir que cuantos más apoyen nuestras pretensiones, mejor para alcanzar nuestro objetivo?
La primera interesada en que nuestra candidatura salga adelante es la ciudad y las 200.000 personas que vivimos en ella. Por este motivo, nuestro Ayuntamiento debe continuar reivindicando este loable propósito, implicando a cuantos más agentes y colectivos, mejor, remando todos en la misma dirección. Deseo, por este motivo, que Amithe, como agente impulsor de este proyecto, siga ofreciendo su buen hacer para continuar esta carrera de fondo
La cultura tiene que ser uno de los principales resortes de una sociedad de futuro. Las sociedades que no pierden su identidad cultural tienden a ser estables y de progreso. Por eso, valoro como se merece el ejemplo de personas como Javier López-Galiacho, que aun habiendo desarrollado sus trayectorias profesionales en otras ciudades, jamás olvidan el lugar al que pertenecen, la ciudad en la que nacieron y no dudan en embarcarse en cuantas empresas y proyectos sea preciso por el bien de Albacete. Podemos tener criterios diferentes, no siempre estaremos de acuerdo, pero sí coincidiremos en una máxima, lo que es bueno para nuestra ciudad, siempre merece la pena, independientemente de las dificultades que entrañe conseguirlo.
En Albacete, los proyectos dedicados a incrementar el arco cultural han sufrido gestiones largas, tediosas y, en la mayoría de los casos, han supuesto la renuncia de los colectivos y personas que los proponían.
Quizás uno de los mejores ejemplos lo tengamos también en nuestro Teatro Circo. Recuperarlo para la ciudad y sus gentes no fue sencillo, ni rápido. Precisó de la implicación de dos alcaldes y una alcaldesa del PSOE, para que pudiéramos volver a disfrutar de ese templo de la cultura que hoy sin duda, es emblema y motivo de orgullo para nuestra ciudad.
Nunca viene mal el ejercicio de la memoria para valorar lo mucho que nos costó conseguir algunas cosas y hacer justo reconocimiento a quienes las impulsaron. En 1991, con José Jerez al frente de la Alcaldía de Albacete, se inició el expediente para la adquisición del antiguo Teatro Circo y de los inmuebles aledaños. En la Corporación posterior, la liderada por Carmina Belmonte, se invirtieron cuatro años para que el Ayuntamiento acordase su compra con el sinfín de titulares de los terrenos. No fue fácil ni sencillo, pero se logró. Después, con el PP gobernando el Consistorio, durante cuatro años, los comprendidos entre 1995 y 1999, no se avanzó. Supongo que porque llegaron a la conclusión de que rehabilitar el Teatro, para volver a alzar su telón, ni era fácil ni era sencillo.
Tuvo que regresar el PSOE al Ayuntamiento de Albacete y al frente de él, un soñador, Manuel Pérez Castell que precisamente tenía predilección por los proyectos que más dificultades entrañaban, también, porque con inteligencia, supo ver que son los que realmente merecen la pena y tienen la capacidad de transformar una ciudad.
Se embarcó en la tarea con el entusiasmo que le caracterizaba. No se cansó de llamar a las puertas de todo aquel que podía sumar para que las tablas del escenario del Teatro Circo volvieran a vibrar con la esencia del ser humano, su creatividad y capacidad para hacer cultura y transmitirla. Por el camino, implicó en la causa al presidente José Bono y a Fernando López Carrasco, logrando el apoyo del Gobierno de Castilla-La Mancha. Finalmente, el objetivo se consiguió un 9 de septiembre de 2002. Habían transcurrido 17 años desde que el Teatro Circo había cerrado sus puertas y 11 desde que se inició el trayecto para reabrirlas.
De la misma forma que reconozco a Pepe, Carmina y Manuel su implicación para que Albacete no renunciara a un importante fragmento de su pasado, sobre el que construir nuestro futuro como ciudad, quiero valorar lo que representa Javier López-Galiacho, siempre dispuesto a emprender y sumarse a iniciativas y proyectos, aun a sabiendas de las numerosas piedras que nos encontraremos o nos pondrán en el camino.
Javier que conoce muy bien el teatro y su historia, compartirá conmigo que de la misma manera que Aristófanes, máximo exponente de la comedia antigua, ya en el siglo V a. C. comprendió el gran papel que podía desempeñar el teatro, para transformar nuestra realidad social, como demostró en su comedia ‘Las Avispas’, en la que a través de la crítica satírica pretendía corregir los errores y vicios del sistema judicial ateniense, a veces, es preciso tomar decisiones valientes, para no perder de vista cual es el destino, con la convicción de que cuanto más complicado y arduo es el camino que nos separa de este, más disfrutaremos de la satisfacción de alcanzarlo.
Emilio Sáez Cruz, diputado en el Congreso y secretario general de la Agrupación Municipal del PSOE